noviembre 1, 2024 5:39 pm

Garbanzo: la cadena calibra la mira hacia una producción de más calidad

Luego de tres campañas por el tobogán, los productores de garbanzo en el norte cordobés por fin han podido hacer pie y volver a caminar por un sendero positivo.

Con dos tercios de la cosecha ya terminada, la Bolsa de Cereales de Córdoba pronostica una producción de 44.400 toneladas, un 12 por ciento superior a la temporada 2020/2021.

Las lluvias fueron un verdadero maná del cielo para la legumbre: llegaron en el momento justo para revertir la peor siembra en siete años y consolidar un aumento del 63 por ciento de los rindes.

Las buenas noticias no se agotan allí: a esta mejora de la cantidad se suma también un salto en la calidad.

Con base en Jesús María, Granaria SA es el principal semillero de garbanzo del país. Su responsable técnica, Julieta Reginatto, afirmó que en los últimos años venían sembrando entre 300 y 400 hectáreas para reproducción de semilla fiscalizada. En esta campaña implantaron y ya cosecharon 1.200 hectáreas.

“Hemos triplicado la producción de semilla fiscalizada y todos los análisis realizados nos están dando una altísima calidad, tanto de poder germinativo como en términos de sanidad”, señaló Reginatto a Agrovoz.

Demanda global

Que el semillero decida avanzar en la generación de semilla fiscalizada tiene que ver con un cambio de tendencia que está ocurriendo en el norte provincial. Hasta ahora, una de las debilidades que tenía la cadena era que se utilizaba mucho grano como semilla, o se compraban simientes de manera informal, y eso afectaba la calidad final de la legumbre.

Este momento bisagra viene apalancado por la demanda exportadora: como se trata de un producto para consumo humano directo, los compradores internacionales son cada vez más exigentes en relación a los parámetros de calidad.

“Está habiendo una concientización, traccionada por los exportadores que, entre otras cosas, exigen trazabilidad del cultivo. Y también es clave la homogeneidad al momento de secarlo para la cosecha: si uno tiene muchas variedades de ciclos, es muy complicado. Con una parcela más homogénea, es más sencillo tomar las decisiones agronómicas”, explicó Reginatto.

Otro punto que considera clave es que los productores han comprendido que, económicamente, comprar semilla en una “bolsa blanca” no necesariamente es más barato en el resultado final. “Con una semilla fiscalizada, está el plus del poder germinativo y se termina logrando una cantidad de kilos por hectárea y una calidad que compensa con creces el mayor gasto”, añadió.

Mejoramiento

En este marco, anticipó cuáles son las líneas de acción que están siguiendo para ampliar aún más la paleta de variedades garbanceras.

Actualmente, Granaria comercializa tres variedades: Kiara UNC-Inta, Felipe UNC Inta y Norteño. Para el año próximo, van a recuperar un cultivar que se había dejado de reproducir, pero sigue siendo demandado tanto porque tiene alto rendimiento y buena calidad: Chañarito S 156.

La apuesta 2022/2023 es sumar dos nuevos desarrollos: el primer garbanzo tipo Desi (todas las variedades mencionadas son Kabuli), que tiene un grano de color negro; y el primer cultivar con tolerancia a la rabia del garbanzo, una enfermedad letal para el cultivo.

“Nuestro objetivo es aumentar rendimientos y estabilidad, obtener calidades que sean las demandadas por los mercados y mejorar el perfil sanitario, sobre todo contra fusarium y rabia”, destacó Reginatto.

Además de las variedades mencionadas, Granaria está trabajando en tres líneas de semillas con resistencias múltiples. Y con una mirada más de largo plazo comenzaron un plan para reproducir garbanzo de alto calibre; es decir, más de 10 milímetros.

Límites de residuos

Para el especialista en el mercado de las legumbres, Adrián Poletti, es cierto que la calidad que se está obteniendo es muy buena. No obstante, advirtió que un problema son las trazas de agroquímicos que superan los Límites Máximos de Residuos (LMR) exigidos por los países importadores.

Hay dos vientos de frente: el primero es que Europa es el mercado que mejor paga y tiene hoy un costo de flete más económico, pero es también el que menos LMR tolera. Del otro lado, Pakistán tiene menos requerimientos sanitarios, pero se disparó el costo logístico.

“Hay una diferencia de 400 dólares FOB entre enviar a Asia o a Europa. El tema es que para aprovechar eso, tenés que tener calidad europea, y no muchos la tienen”, resumió.

Para Poletti, la clave es una planificación lote por lote. “Puedo armar lotes para Pakistán, que acepta garbanzos de siete u ocho milímetros y con LMR menos exigentes; y otros para Europa, con calibres de nueve a 10 milímetros e insumos más caros, pero los compenso con un mercado que paga más”, comparó.

La Voz

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