En este tiempo estamos siendo protagonistas de días en los que somos partícipes de una serie de acontecimientos bastantes difíciles que ocurren. Rodeados de situaciones que realmente no quisiéramos ver, pero que están cada día ante nuestra vista y que son el producto de una sociedad altamente convulsionada.
Vemos cómo ante situaciones límite aparece lo peor y lo más miserable que hay en el ser humano, provocando así las acciones más negativas y perjudiciales que atentan contra la concordia y la paz en que necesitamos vivir.
Es entonces cuando surgen sentimientos y sensaciones negativas que son difíciles de explicar en medio de tanto caos.
Viene a mi mente el relato bíblico cuando la barca, en la que estaban los discípulos de Jesús navegando en medio de una tormenta en un mar embravecido, era azotada por los vientos que intentaban desestabilizarla y hundirla.
Fue entonces cuando Él aparece diciéndoles: “¡Cálmense¡ soy yo, no tengan miedo”. Su aparición en medio de esa tormenta logró que el temor, la confusión y la falta de paz desaparecieran ante su sola presencia.
El relato termina diciendo que cuando Jesús subió a la barca, el viento huracanado se calmó.
Este relato del evangelio nos ayuda a sacar algunas conclusiones positivas: por más difícil que sea la situación en que estemos en la vida, hay alguien que siempre va a estar dispuesto a socorrernos. Ese alguien es Jesús. Él puede aparecer milagrosamente en medio de la tempestad y, como lo hizo con aquellos hombres, ayudar con su sola presencia a que desaparezca todo temor y otorgarnos la paz que tanto necesitamos.
Cuando Jesús entra a una vida todo se calma y así podemos enfrentar cualquier situación, por más difícil que sea.
La falta de paz interior en muchos seres humanos es lo que hoy está produciendo tantos conflictos y desaciertos en la sociedad en que vivimos.
Necesitamos encontrarnos personalmente con el dador de la paz. Ese encuentro es el que va a producir el verdadero cambio espiritual que tanto esta sociedad necesita.
Es el cambio interior que puede terminar con los enfrentamientos y adversidades producto de la falta de paz en muchas vidas. Estamos a tiempo, hoy puede ser ese día de encuentro.
Jesús nos extiende su mano para que al tomarnos de ella podamos fortalecernos ante toda adversidad. Dios te bendiga.
* Pastor evangélico, miembro del Comipaz
La Voz