En términos físicos, la presión es la magnitud que equivale a la fuerza que actúa sobre una superficie. Cuando mayor es esa fuerza, mayor es la presión que se ejerce sobre el objeto.
En una analogía con el ámbito tributario, la presión es la que ejercen los impuestos (fuerza) sobre una actividad (superficie); por ejemplo, el agro.
El año próximo, la dimensión de esa fuerza que actuará sobre el sector agropecuario podría elevar aún más la presión y llevarla al máximo, a un límite de rotura.
El consenso fiscal suscripto entre la Nación y las provincias es la llave para que eso pueda ocurrir. La mayor autonomía que tendrán las jurisdicciones para crear y aumentar impuestos coloca a las actividades productivas en un estado de mayor vulnerabilidad.
Para Mariano Echegaray Ferrer, especialista en temas tributarios vinculados al agro, los términos del acuerdo son contundentes, a partir de que las provincias se comprometen a abstenerse por un año de iniciar procesos judiciales y suspender por igual término los ya iniciados por la falta de fondos girados por la Nación.
“Le sueltan el bozal (a las provincias) para que redefinan sus impuestos y no tengan que depender de los giros de coparticipación nacional”, observa el especialista.
En lo que se refiere al agro, si bien no habría un impacto directo sobre la actividad en Córdoba, ya que la Provincia manifestó que no modificará el esquema impositivo, sí podría reflejarse en operaciones comerciales entre jurisdicciones en lo que refiere al Impuesto sobre los Ingresos Brutos. Se podría llegar hasta un tope de alícuota de 0,75 por ciento para el caso de la ganadería y la agricultura.
Un productor que realice, por ejemplo, la venta de una jaula de hacienda a otra provincia podría ver gravada esa operación con más impuestos, si la jurisdicción de destino ajusta Ingresos Brutos.
La incidencia de este impuesto sobre la intermediación podría afectar a comercios vinculados con la venta de granos y de insumos agropecuarios.
“Para actividades con márgenes económicos de ocho por ciento, Ingresos Brutos puede representar el cinco por ciento”, compara Echegaray Ferrer.
El Inmobiliario Rural en Córdoba
Donde sí podría llegar a haber cambios, que impactarían en Córdoba, es en el Impuesto Inmobiliario Rural. Uno de los puntos acordados en el nuevo consenso es poner en marcha el Organismo Federal de Valuaciones de Inmuebles (Ofevi), que está vigente desde el consenso de 2017 pero que nunca estuvo en funciones. El organismo podría, ahora, establecer las nuevas valuaciones para inmuebles rurales y urbanos aproximándolas a valores de mercado.
Si bien en Córdoba el Jury de valuación rural no es convocado desde 1993, en los ejercicios 2018 y 2019 la Provincia aplicó actualizaciones importantes sobre los inmuebles rurales.
Sucede que en el consenso fiscal de 2017, el compromiso de las provincias de bajar la carga impositiva en Ingresos Brutos y en el Impuesto de Sellos tenía como contraprestación la posibilidad de ajustar el valor de los campos. En ese momento, las provincias iban a recibir menos fondos por la baja de Bienes Personales, que era coparticipable, por lo que podían ajustar el Impuesto Inmobiliario.
“Con el nuevo consenso fiscal, están activando que se hagan revaluaciones más próximas a los valores de mercado. Con lo cual el productor puede pagar más Bienes Personales y más Impuesto Inmobiliario”, razona el tributarista.
El Impuesto a la Transmisión Gratuita de Bienes (impuesto a la herencia) también podría sumar más libras a la presión tributaria sobre el agro, como una triple imposición. Es que hoy el productor paga Ganancias por los fondos que obtiene para crecer en patrimonio; también tributa Bienes Personales por el mantenimiento de esos activos adquiridos, y ahora queda a merced de las provincias de pagar otro impuesto cuando transfiera a título gratuito su patrimonio de forma intergeneracional.
Podríamos estar ante una tormenta perfecta, con más carga impositiva, una campaña agrícola con mayores costos y menos margen, además de la incertidumbre que imponen el clima y también la política.
La Voz