Luciano Castro, uno de los galanes más consolidados de la televisión argentina, cultivó durante más de tres décadas una carrera llena de éxitos y popularidad. Pero detrás del brillo mediático y de los personajes que lo consagraron, existe una faceta más íntima y poco conocida: su vínculo con Mateo, su hijo mayor, de 23 años, quien prefiere mantener su vida lejos de los flashes y las redes sociales.
A diferencia de su padre, que comparte parte de su cotidianidad en redes, Mateo elige el anonimato y la discreción. No tiene cuentas públicas activas y evita aparecer en eventos mediáticos, una decisión que ha despertado la curiosidad del público. Su reciente aparición en una foto familiar del cumpleaños número 50 de Luciano, celebrado en marzo, causó furor entre los seguidores del actor. Los comentarios no tardaron en multiplicarse: “Es igual a vos”, “¡Qué lindo está!” y “una mezcla perfecta entre vos y su mamá” fueron algunos de los mensajes más recurrentes.
Mateo es fruto de la relación de Luciano con Florencia, una mujer que, al igual que su hijo, también se mantiene alejada del ambiente artístico. El propio Castro ha reconocido en varias entrevistas que su gran deuda pendiente fue no haber convivido con Mateo, debido a las extensas jornadas de grabación que lo mantenían fuera de casa. Sin embargo, remarca que siempre buscaron “tiempo de calidad”, y que cuando Mateo era chico, lo acompañaba a los sets de grabación para compartir cada momento posible.
Luciano Castro y su hijo, unidos por el boxeo y por Boca
Más allá de la distancia mediática, Luciano y Mateo comparten dos grandes pasiones: el boxeo y Boca Juniors. Ambos suelen concurrir juntos a la Bombonera y entrenan cuando sus tiempos lo permiten. Para el actor, el boxeo fue siempre una forma de disciplina y desahogo; para Mateo, se transformó en una verdadera vocación profesional.
Desde pequeño, creció entre guantes, gimnasios y charlas sobre táctica y técnica. Su madre, en un principio, se mostraba reticente a que practicara un deporte tan exigente, pero el entusiasmo fue imposible de frenar. “Es algo que se lleva en la sangre”, dicen ambos.
Actualmente, Mateo compite como boxeador profesional, aunque pide a su padre que no lo acompañe en el rincón ni lo asista durante las peleas. Luciano respeta esa independencia, pero nunca falta en la tribuna. “Me quedo afuera, lo miro solo y después le doy mi opinión, con el corazón en la mano”, contó el actor.
El boxeo también los llevó a compartir experiencias únicas, como viajes a Las Vegas para presenciar combates históricos, que se convirtieron en excusas perfectas para tener largas charlas de padre e hijo sobre la vida, los desafíos y el crecimiento personal.
Además, Mateo mantiene una relación cercana con sus hermanos menores, Esperanza (11) y Fausto (10), hijos de Luciano y Sabrina Rojas. El actor asegura que disfruta ver cómo juegan y se divierten juntos: “Mateo es muy cariñoso con ellos, los cuida y los hace reír mucho”, aseguró.
La Voz