En el remate semanal de Consignaciones Córdoba en la Sociedad Rural de Jesús María (SRJM), este lunes se subastaron 1.200 cabezas bovinas: 600 ejemplares de invernada y 600 “gordos” para consumo.
Y nuevamente sobresalió el precio de los terneros: los bovinos de hasta 150 kilos se cotizaron a un máximo de 290 pesos, un 1,3 por ciento por encima de la semana pasada (286 pesos), 7,4 por ciento arriba de 15 días atrás (270) y 14 por ciento más que hace un mes (254).
Si bien en esta época del año suele encarecerse el ternero luego del final de la zafra, en esta temporada la tendencia podría acentuarse debido a que hay una oferta menor que años anteriores, debido a que el destete fue inferior al de 2020, según el Rosgan.
Análisis de Pedro Pérez (@consignacba) pic.twitter.com/8PXN7KpUgT
— SRJM (@srjmcba) November 1, 2021
El problema para los engordadores, sobre todo para los propietarios de feedlots, es que el “gordo” permanece inalterable. Este lunes se pagó a un máximo de 213 pesos por kilo vivo en Jesús María, un valor similar al que muestra hace varios meses, en medio de un contexto de alta inflación.
El resultado es que la relación ternero/gordo se ubica hoy a un 36 por ciento y torna prácticamente inviable el engorde a corral.
Pérdidas
La suba del ternero, en este contexto, constituye una buena noticia para los criadores que, por efecto del cepo a la carne que impactó en el precio de la vaca, perdieron unos 2.700 millones de pesos entre enero y agosto, según una estimación del consultor experto en el mercado cárnico, Federico Santángelo.
Durante las últimas Jornadas Granaderas organizadas por la Asociación de Frigoríficos e Industriales de la Carne (Afic), Santángelo afirmó que desde que comenzó la intervención por parte del Gobierno, las vacas aumentaron entre nueve y 12 por ciento, mientras que la inflación fue del 17 por ciento.
Es un dato importante al tener en cuenta que, en general, el descarte de vacas representa para un criador entre 20 y 40 por ciento de sus ingresos.
En este contexto, las señales son en general negativas para los engordadores. Si bien se espera una presión alcista por los bajos niveles de encierre en los feedlots y la apuesta de muchos productores a hacer una recría más larga a pasto para bajar el costo de la alimentación, lo que derivaría en una menor oferta de carne; del otro lado hay una marcada pérdida de poder adquisitivo del consumo interno.
Bajo este panorama, podrían esperarse mejoras del precio de la hacienda “gorda” de entre 10 por ciento y 25 por ciento, pero con un interrogante que genera temor: ¿Qué hará el gobierno si hay un salto grande en los valores del ganado y, por ende, de la carne?
La Voz