Una de las temáticas más abordadas por el sector agropecuario en su conjunto es la relación campo/ciudad. A veces el análisis se torna negativo, entendiendo que hay una diferencia insalvable entre los ruralistas y los citadinos, mientras que en otras ocasiones la reflexión encuentra a personas del mismo país que tiran para adelante.
Sin embargo y gracias a un estudio de la Universidad Austral, que contó con el apoyo de las entidades más importantes del agro, ahora podemos comprender otro punto de reflexión, más interno del sector agropecuario.
El estudio se realizó con jóvenes de entre 18 y 29 años, también conocidos como centennials y millennials residentes en CABA, y las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.
Si bien los puntos a analizar son muchos, uno se destaca: la diferencia en el imaginario sobre la percepción del “Agro” y el “Campo”, como dos caras de una misma moneda, que comparten material, pero que no son lo mismo.
Como se puede ver en la figura anterior, la diferencia entre uno y otro concepto es visiblemente diferente, donde uno se relaciona directamente con el negocio (agro) y el otro con el trabajo (campo).
Es notable como desde un lado se percibe al “agro” como “la actividad económica más importante, mayor fuente de ingreso de divisas, estratégica para el desarrollo”, o el “granero del mundo”, y a la vez se concibe al trabajo del “campo” como “mal pago, duro, te pagan dos mangos y el que termina ganando es el último de la cadena”.
Cambio de paradigma
A su vez, se da una nueva configuración moderna del viejo cambio de paradigma antropológico del egocentrismo humano dando lugar a un “ecocentrismo”, entiendo que la humanidad es parte de un todo, por lo cual los animales pasan a tener el mismo derecho que cualquiera de nosotros, y el bienestar animal ocupa un lugar destacado, así como también el cuidado del ambiente.
Esta nueva generación, quizás sea la que más considere al otro como un par y dejen de lado el “sálvese quién pueda”. Eso lleva además a un nuevo planteo de la alimentación consciente, “lo que comemos afecta de manera directa nuestra calidad de vida”.
Por eso prestan atención a las dimensiones emocionales y psíquicas:
• Mayor atención a los componentes de los alimentos.
• Disminución del consumo de carne.
• Del vegetarianismo al veganismo.
• Reducción de alimentos “ultra” procesados.
• Valorización de lo ecológico, orgánico.
• Puesta en duda de determinadas verdades de la industria alimenticia: cuestionamiento a los lácteos.
Compartimos a continuación un resumen de la investigación de la Universidad Austral, que contó con el apoyo de Casafe, Cámara de Bioetanol de Maíz, CIARA-CEC, Nidera Semillas, Bioceres, Bolsa de Comercio de Rosario y GPS.
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