El Gobierno nacional decidió aplicar como receta para atacar la inflación el congelamiento de precios y las restricciones a las exportaciones. Sin embargo, los resultados negativos comienzan a ser visibles en diferentes sectores de la vida económica.
Uno de los más palpables es el desabastecimiento de combustibles en las llamadas estaciones de servicio “blancas”; es decir, las que no están adheridas o pertenecen en forma directa a las petroleras que operan en el país.
Este tipo de servicio es muy común en miles de poblaciones, ya que las estaciones asociadas a una marca o que son propiedad de una petrolera se instalan, por lo general, en las ciudades, dada la mayor demanda.
Marisa Centenaro, titular de la Cámara de Expendedores de Combustibles del Interior de la Provincia, alertó sobre la “situación desesperante” que atraviesan casi medio centenar de estacioneros de Córdoba por la falta de expendio de combustibles de los distribuidores mayoristas.
El problema alcanzaría en la misma magnitud a unos 1.500 establecimientos asentados en diversos puntos del país.
Los comercializadores mayoristas culpan, a su vez, a las principales compañías petroleras, las que privilegian en las entregas a las estaciones asociadas.
En todos los casos, el problema es similar: el congelamiento de precios que se registra en las naftas y en el gasoil desde hace más de seis meses termina por impactar en los costos de producción, de distribución y de comercialización.
Salvo el valor en el surtidor, el resto de los precios sintió el impacto de la inflación, que en ese período superó con holgura el 20 por ciento, lo que debe ser afrontado por los titulares de los comercios.
La carencia de combustibles puede generar un impacto negativo en la entrega a los comercios, así como en el transporte nacional e internacional de mercaderías.
La suba de precios no se detiene, más allá de los actos formales en los que las autoridades de la administración de Alberto Fernández anuncian precios congelados.
El mayor fracaso de este esquema quedó patentizado cuando durante el fin de semana largo de noviembre, la Secretaría de Comercio de la Nación anunció que los principales cortes de carne sólo estarían congelados en sus valores durante esos días.
El derrotero que siguen estas medidas es conocido por la población: en los primeros días se respetan los precios, pero la persistente inflación origina una menor producción y, luego, desabastecimiento si no se reconocen los mayores costos.
El presidente Alberto Fernández y su equipo deben comprender que la inflación que registra la Argentina necesita de medidas monetarias, cambiarias y fiscales que van más allá de establecer controles y restricciones.
Mientras ese plan no sea asumido por las autoridades y comunicado a la población, la falta de combustibles y de otros bienes será una constante que no se podrá esconder detrás de anuncios burocráticos ni actos políticos multitudinarios.
La Voz