Con adhesiones y disidencias, este jueves y viernes se desarrollará la denominada “Cumbre para la Democracia”, convocada por el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden.
La modalidad del encuentro será virtual y, según la Casa Blanca, tiene por objeto “trazar una agenda afirmativa para la renovación de la democracia y abordar las mayores amenazas que enfrentan las democracias en la actualidad por medio de una acción colectiva”.
La invitación se cursó a mandatarios y a líderes mundiales de la sociedad civil y del sector privado de poco más de un centenar de países.
La lista oficial de contertulios generó polémicas desde un primer momento.
Por caso, incluyó a todos los miembros de la Unión Europea (UE), excepto Hungría. No obstante, en la nómina figura Polonia, cuyo Gobierno, encabezado por el ultraconservador Andrzej Duda –aliado de Ley y Justicia, movimiento de derecha extrema– mantiene enfrentamientos de manera frecuente con el bloque europeo, debido a lo que la comunidad política considera que tiene un escaso apego y respeto por los derechos humanos.
El convite a Duda y a otras figuras controversiales, como el venezolano opositor Juan Guaidó (autoproclamado presidente a cargo de su país), tomó por sorpresa a socios políticos y comerciales tradicionales de Washington como Egipto, Marruecos o Turquía.
También está listada Taiwán, nación insular cuyo convite generó roces diplomáticos con China, a tal punto que su presidente, Xi Jinping, ordenó responder con la difusión de un documento crítico de la organización política y social estadounidense.
La viga en el ojo propio
“Durante mucho tiempo, Estados Unidos ha ignorado los defectos estructurales de su propio sistema democrático y la insuficiencia de las prácticas democráticas internas”, destaca el comunicado del Ministerio de Exteriores chino.
“La democracia estadounidense se reduce a la política monetaria, los controles y los equilibrios de poder se convierten en políticas de veto, y la discriminación racial está profundamente arraigada” en el país convocante, cuyo sistema “está repleto de problemas crecientes, como el antagonismo partidista, la polarización política, el desgarro social, los conflictos raciales y el enfrentamiento entre ricos y pobres”, subraya el despacho.
“El mundo sería un lugar mejor si ningún país intentara monopolizar los estándares democráticos, imponer su propio sistema político a los demás o utilizar la democracia como una herramienta para reprimir a otros pueblos”, concluye el aviso.
El Gobierno ruso también se manifestó en línea con China.
La vocera del Ministerio de Exteriores de la federación, María Zajarova, dijo que la propuesta de Joe Biden busca la “confrontación y representa en sí una nueva etapa en la realización por parte de Washington de su línea tendiente a reideologizar las relaciones internacionales partiendo de la propalada concepción del orden basado en sus propias reglas”.
Para Moscú, “al esgrimir (EE.UU.) la consigna de promoción de la democracia, forma una especie de club de intereses contra los países decididos a defender su independencia estratégica ante el Occidente colectivo y su visión soberana de un orden mundial justo”, enfatizó, según un despacho de la agencia rusa de noticias Sputnik.
Vecinos invitados
En lo que respecta a Latinoamérica, Biden invitó a Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú y Uruguay. Excluyó a Venezuela, Cuba, Nicaragua, Guatemala, Honduras, Bolivia y El Salvador.
Según el Índice de Democracia de Freedom House –organización no gubernamental con sede en Washington–, 77 de los países invitados están catalogados como “libres”, 31 como “parcialmente libres” y tres como “no libres” Estos últimos son Irak, Angola y la República Democrática del Congo.
La cumbre virtual que se desarrollará este jueves y viernes es una de las promesas de campaña del actual inquilino de la Casa Blanca, y su propósito es fortalecer la democracia contra el autoritarismo, abordar la corrupción y promover los derechos humanos.
De acuerdo con el organizador de la actividad, se exhortará a los participantes a “definir acciones específicas y a asumir compromisos para reformas internas coherentes” destinadas a la meta planteada.
Los escépticos acerca de la utilidad práctica de este tipo de reuniones coinciden en que el resultado final del encuentro se anotará en el renglón de la intrascendencia.
Explican el desánimo argumentando que los pactos que eventualmente se anuncien no serán legalmente vinculantes. Destacan, además, que muchos participantes tienen un apoyo acotado de los ciudadanos a los que representan en general o carecen de recursos suficientes para convertir en realidad los compromisos que asuman, entre otras razones.
La Voz