Un cálido estudio de grabación en Mendiolaza, el imponente Observatorio Astronómico de Córdoba, la vital Plaza Cielo Tierra en Ciudad Universitaria o la mítica Capilla Buffo en las sierras de Unquillo son algunas locaciones elegidas para la realización del ppm, un proyecto poético musical de creación colectiva con una fuerte pata audiovisual y una singular modalidad de producción en cada espacio.
Se trata de una propuesta impulsada por Agustín Sigal, un profesor de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación (Famaf) de la Universidad Nacional de Córdoba e investigador del Conicet con muchas inquietudes artísticas.
Sigal divide sus días entre la docencia, sus destacadas investigaciones como un estudio reciente sobre el hidrógeno verde y la pasión por la poesía y la música. Hace dos años, publicó su libro de poemas Fractales y comenzó a diseñar una presentación diferente.
Luego llegó la pandemia y en lugar de diluirse, el proyecto tomó otro cauce: tras retomar sus clases de guitarra con el músico Eduardo “Negro” Sosa, comenzó una alianza artística para musicalizar algunas “letras propias nuevas y viejas o poesías sin música”, según confiesa el investigador.
En agosto de este año se publicó la primera entrega de ppm en un canal de YouTube creado para tal fin. “Como en una llamada de candombe, con un Romance de sauce y río interpretado hermosamente por Mery Murúa, Mariano Vélez y Duendes del Parque, se abrió una puerta”, cuenta Sigal sobre el puntapié inicial que tiene a la cantora, al pianista y a la cuerda de tambores que nació en las juntadas del Parque Las Heras.
“Al final del camino, será en la post pandemia, música: cuando el proyecto diga basta, será un disco”, remata sobre el futuro del proyecto.
La magia del instante
Más allá del cruce interdisciplinario, lo más llamativo de la propuesta es que las canciones y las producciones se terminan de cocinar en cada lugar. “En cada experiencia llevada a cabo siempre en distintas locaciones, con distintos artistas invitados, distintos instrumentos, orgánicos y géneros musicales, surgen ideas en un primer tiempo de ensamble/ensayo, que luego se plasmarán en varias tomas de un segundo tiempo de registro audiovisual”, explica Sigal.
Luego agrega: “Coordinamos previamente con dos o más artistas y/o bandas musicales, dejamos a disposición la letra de la canción, la partitura base y un audio de referencia, que siempre es la mitad de la canción. Entonces, habiendo estudiado la semilla poético-musical y la guía-guion audiovisual, coincidimos en un espacio específico vinculado a la letra, y un tiempo acordado con los artistas dispuestos a la creación colectiva, a este cruce de coordenadas creativas poética, musical, de danza y audiovisual”.
Así nació por ejemplo la tercera entrega registrada en el Observatorio con Ailin Gazzo en cello; Goyo González en guitarra y voz; Txema Torrabadela en trompeta y el mencionado Sosa también en voz. Se titula Tiempos y relojes y cuenta con la producción en sonido de Esteban Lapasset y en video de Koky Schroeder, quienes ya son parte del “equipo permanente” de ppm según admite Sigal.
“Sin prisa y con pocas pausas, con la adrenalina que implica el desafío, la confianza en las fortalezas del error y una suerte de ‘no-hacer’ respecto a aspectos convencionales de dirección y producción, en cada canción surgen magias de la improvisación, aunque siempre con las variables necesarias y suficientes previamente controladas”, señala Sigal, quien apunta que el registro del hecho artístico se realiza en no más de ocho tomas, aunque no por eso en desmedro del producto final que es de una gran calidad.
Mística en la Capilla
La última producción publicada hace pocos días es sin dudas una de las más logradas y desafiantes: se realizó en la maravillosa Capilla Buffo, enclavada al pie de las sierras y dueña de una historia legendaria.
Allí se juntaron Juan Iñaki en voz; Luciana Marzolla en viola; Guillermo Ré en guitarra e Ignacio Pereyra y Sara Josefina Seco en danza para darle un primer cierre con alto vuelo a ppm.
“La zamba Silencios condensa un poco todo el proyecto porque el recitado que grabé es el primer poema del libro Fractales que se llama Reverberaciones, justamente dentro de esa capilla con esa acústica tan especial”, aporta Sigal.
Además, el poema que se transformó en letra de zamba tiene un link directo con la historia personal de Sigal. “Habla un poco de los silencios de mi vieja presa política en la dictadura y en general como reverberan los silencios de esa generación. Esa letra surge de ese poema y el ‘Negro’ Sosa la hizo zamba”, cierra.
La Voz